Incomprensible(s) soñador(es).

viernes, 30 de noviembre de 2012

00:01

A veces te das cuenta de que las cosas más importantes, o las que realmente no lo son pero nosotros les damos importancia, ocurren en un instante. En una fracción de tiempo tan diminuta, que no nos da tiempo a saborearla. Es entonces cuando las agujas del reloj comienzan a girar, tan deprisa que cuando queremos darnos cuenta de lo que ha sucedido, ya es un recuerdo. Un recuerdo que será repetido cientos, miles, millones de veces en los recovecos de nuestro cerebro, haciendo surgir una sonrisa en nuestros labios, o por el contrario unas lágrimas  de nuestros ojos al saber que quizá ese momento no se volverá a repetir. Y es de esos instantes de los que hablo, de esos que hacen que escuches tu corazón latir como en estéreo, de esos en los que te parece que toda la sangre del cuerpo huye fuera de ti, de esos que te dejan sin respiración y sin habla. Los más cortos y a la vez más intensos, escritos con permanente en nuestra mente, para no poder olvidarlos jamás. Nuestra vida está basada en una colección de esos pequeños instantes, momentos irrepetibles, en los que nos hubiera gustado permanecer, congelados en el tiempo, para siempre. 


Por favor, no me odies.


La misma historia de siempre. La metáfora de una montaña, en la que tú me ayudas a subir con cada una de tus bonitas y falsas palabras. Mientras subimos todo son sonrisas, yo vuelvo a construirme estúpidas ilusiones de niña pequeña, te empiezo a creer todas y cada una de tus mentiras, y comienzo a creer también en los finales felices. Mientras subimos, todo parece perfecto. 
Una vez arriba, te marchas. Estoy en un estado de éxtasis en el que lo único que puedo hacer es gritarle a todo el mundo que ahora eres mío. Y entonces, el eco me responde algo totalmente distinto. "Idiota, no lo es, y nunca lo será". Ese eco de labios rojos y mirada cargada de desprecio, me repite una y otra vez esas palabras, hasta que queden grabadas en mi mente. Ella es tu preferida. Y es cuando estoy al borde del abismo cuando me doy cuenta. "¿Por qué no me lo dijiste?" grito, justo un instante antes de caer al vacío. No hay vuelta atrás. No hay ninguna rama, ninguna nueva oportunidad a la que aferrarse. Caigo, y todo se destruye. Caigo, y sé que pronto volveré a subir, porque siempre me lo ocultarás. Para mí, eres el único. Para ti, soy sólo un entretenimiento más. 

Así que sólo te pido una cosa. Por favor, no me subas otra vez a la montaña. Deja que me dé cuenta de que nunca he tenido ni una pequeña posibilidad entre mil millones, deja que te tenga rencor aún cuando no has hecho nada. Deja que hable mal de ti. Deja que me convenza a mí misma de que no siento nada cuando no es cierto. Deja que te odie, como tú nunca me has odiado a mí. 







My own Wonderland.

Un paso más incierto. Otro. ¿Hacia dónde la llevaban sus malditos pies? Realmente le parecía estar caminando en círculos. Qué más daba, si cada vez era menos consciente de la realidad. Sintió una arcada mientras conversaba animadamente con su reflejo en un escaparate, temblando de frío. Alguien la observaba desde el otro lado de la calle, rápidamente entró en su casa, ¿qué clase de loca se ponía a hablar con las paredes? Asquerosa yonki. Así la llamaban. 

Se arrastró por las desiertas calles que pintaban una madrugada igual que la anterior, perdida en una pesadilla que nunca llegaría a creer que no era real. Siempre acababa gritando, intentos inútiles de liberar toda la rabia que la destruía poco a poco por dentro, aunque sólo conseguía que se adhiriera más a ella, como una ventosa. Maldita drogadicta. Así la llamaban.

Y mientras se golpeaba contra la esquina de un almacén, llegó él con su sonrisa de dientes perfectos, blancos y resplandecientes, al igual que sus globos oculares. Ella lo miró sin saber que su mirada delataba su adicción y su sonrisa rota, una obsesión de la que le era imposible escapar. Consiguió articular un 'Ayúdame' mientras se perdía de nuevo en el mundo de sombras en el que la sumía su cerebro alterado. Se desplomó sobre los brazos fuertes de él, los únicos en los que aún se permitía confiar, aquellos que le habían apartado el pelo de la cara minutos antes de sentirse completamente vacía, esos que la habían llevado a casa tras encontrarla durmiendo sobre un oxidado banco tras ser objeto de burla de un grupo de hombres. Aquellos brazos, que, después de todo, tanto había echado de menos. 

Jodida estúpida descarriada. Así la llamaban.

Esos brazos no fueron tan resistentes como ella esperaba, y al dejarse caer sobre ellos acabó con la columna vertebral contrayéndose sobre el congelado asfalto. Esos brazos se desvanecieron y, al abrir los ojos, esta vez a la realidad, se dio cuenta que estaba sola. Sola, otra vez. Sola, como siempre. 



Ella, sólo buscaba escapar de la realidad, una realidad que la había dejado de necesitar






martes, 7 de agosto de 2012

He acumulado tanto a mis espaldas que he llegado a tal punto en el que no siento ni padezco.

Podría explicarte como ha pasado, cuando y por qué, pero sería engañarte.No logro llegar a ese punto en el cual la última gota lleno el vaso hasta que tuviera que volver a vaciarse, pueden ser tantas cosas, entre ellas tú, como siempre, siempre con ese afán de aparecer en mi vida y cambiarlo todo ¿No comprendes que ya no quiero saber nada de ti? Ahora es tarde para volver a intentarlo, sé que nunca es tarde para nada pero ésta es una excepción, nuestro momento se acabó.Fuimos felices, no te lo puedo negar, me hacías sentir especial, a tal punto que sentía poder explotar montañas de un sólo gesto.¿Recuerdas esas promesas que nos hicimos bajo la luna aquel día? Yo te prometí que tendríamos dos hijos, se llamarían Iván y Lucía, les dimos vida en nuestra mente a tantos momentos que no se cumplirán amor, si las promesas se cumpliesen tú ahora estarías abrazándome y yo recostada contra tu pecho.
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Te amo